Raíz de Regaliz de Escatrón, Ribera baja del Ebro

De la localidad de Escatrón en la Ribera Baja del Ebro, dentro del Valle del Ebro la mayor zona de producción de Glycyrrhiza glabra de España desde tiempos inmemoriales, y en cuyo entorno se han originado las principales empresas productoras de Regaliz de este País.

De allí proceden estas deliciosas raíces de regaliz, preparadas para consumir como siempre se ha echo, y que me hacen rememorar otros tiempos, tanto que os voy a contar una pequeña confidencia.

Hace algunos años con relativa cotidianidad teníamos la oportunidad de saborear el autentico regaliz de palo, la varita de la raíz de esa planta del regaliz, exquisita, sabrosa y con tantas propiedades que es casi milagrosa.

Rio Rojo, una historia real de cowboys, de la dura y peligrosa vida que soportaban.

Para los que como yo, son mas de campo que un alcornoque, es una delicia mágica que nos quita muchas decenas de años de encima, como anécdota os cuento; mi infancia coincidió con las primeras emisiones de TV en España, y las emisiones de películas de vaqueros y aventuras de los míticos John Wayne, Gary Cooper y Errol Flynn y aunque yo simpatizaba mas con los personajes de Errol.

Reconozco que por el entorno en el que me crie, campo, puro campo salvaje y abandonado, en gran medida debido al masivo éxodo de la población a las grandes ciudades, en busca de aquel milagro económico con el que el desarrollismo industrial seducía.

Estaba en aquel ambiente mas cerca de los tics del rudo vaquero que del idealista Robin Hood de Errol.

Errol Flynn en su interpretación de Robin Hood

Aunque cuando bajábamos a la desembocadura del Guadiaro o a la isla que en ella había, eramos arqueros peligrosos y audaces.

En cierta ocasión buscando la Serpiente Peluda Gigante que allí habitaba, subió la marea y tuvieron que venir a rescatarnos de la Isla.

Bueno, pues teníamos la costumbre de como en las películas de nuestros héroes de infancia, mascar o chupar un palito o una varita de paja.

Las preferidas eran las de hinojo verde, o las de raíz de regaliz, eran una delicia y para nosotros eran golosinas en toda regla.

Y aunque llevo mas de 30 años trabajando en este mundo de las golosinas, por caprichos del destino, cada vez que me echo una de estas raíces de regaliz a la boca, me convierto en ese niño que quiere parecer un rudo vaquero con corazón de rebelde bondadoso.